miércoles, 7 de marzo de 2012

"El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor"

Un ratito de Evangelio: segundo miércoles de Cuaresma
Dibujo de Fano, tomado de www.diocesismalaga.es
Evangelio: Mateo 20,17-28
En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará." Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda." Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?" Contestaron: "Lo somos." Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre." Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos."

REFLEXIÓN
Vivimos un tiempo en el que a la gente se le mide y se le valora por su popularidad. Y, desgraciadamente, esa popularidad en la mayoría de los casos viene aparejada a logros personales, a esfuerzos importantes, a estar pendiente de los otros... Seguramente hoy Jesús pasaría bastante desapercibido, ya que Él vivió lo que le dice a los discípulos en el Evangelio de hoy: quien quiera ser grande, quien quiera ser el primero, que sea el que más sirva a los demás. 

Y normalmente, las personas que más se lo curran, las que más hacen, suelen ser las que menos se quejan, las que no presumen de ello, las más discretas. Son los que están ahí en la sombra, pendientes de que todo salga bien.

Me acuerdo hoy de muchos religiosos, especialmente Hermanos de La Salle con los que trabajo, que no gustan de los primeros lugares, que suelen querer pasar desapercibidos, que no usan su consagración como una medalla, que están cómodos siendo uno más o siendo el último.

Que Papá Dios, a través de ellos, nos enseñe a ser últimos, a ser silenciosos, y a ser servidores.

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