viernes, 30 de marzo de 2012

Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre

Un ratito de Evangelio. 5º jueves de Cuaresma

Evangelio: Juan 8,51-59

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre." Los judíos le dijeron: "Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?"

Jesús contestó: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría." Los judíos le dijeron: "No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?" Jesús les dijo: "Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo." Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

REFLEXIÓN

Nuestro Padre es un Dios de la Historia, que se ha ido manifestando a la humanidad en inifinidad de momentos y de maneras. Así ha ido revelándose, descubriéndonos poco a poco sus misterios y su mensaje de Amor.

El Dios en el que creemos es el mismo que hace una promesa de felicidad y eternidad para su estirpe a Abraham, y es el de Moisés, y el que elige a los discípulos, y el que se manifiesta en los evangelios y las epístolas; y también es el Dios de los santos y beatos que ha habido en la historia, y el de la Madre Teresa, y el de todas esas personas anónimas que se entregan día a día, y que han tenido experiencias de encuentro con el Padre.

Eso es parte de la discusión que tiene aquí Jesús, que manifiesta que con Él se cumplen muchas de las promesas que Dios ha ido haciendo a lo largo de la historia, desde Abraham, y en la que los hombres hemos ido creyendo. Creemos en lo que los que han tenido experiencias de Dios nos dicen, pero no creemos al mismo Dios cuando lo tenemos delante. Nos falta fe y confianza para poder disfrutar de las experiencias de revelación que el Dios de la historia nos ofrece a cada uno de nosotros.

Si Dios se quita los velos (de ahí re-velación), por qué nos lo vamos a poner nosotros en los ojos. Abrámonos al Dios del Amor que se nos presenta ante nosotros, en infinidad de momentos y maneras, y nos ofrece la felicidad y la vida eterna, porque "Tú, mi Señor, Tú vives en mí".

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